Según el Manual para el Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-V) el trastorno de pánico se caracteriza por la presencia recurrente e inesperada de ataques de pánico, que son episodios repentinos de miedo intenso o malestar extremo. Algunos de los síntomas que comúnmente se asocian a un ataque de pánico son: palpitaciones, taquicardia, sudoración, temblores, sensación de falta de aire (disnea), sensación de atragantamiento, dolor o malestar en el pecho, náuseas o malestar abdominal, sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo, escalofríos o sensación de calor, parestesias, desrealización.
La persona que experimenta una crisis de pánico suele interpretar que las sensaciones que experimenta ponen en grave riesgo su salud física o psicológica, generándole un miedo a perder el control o "volverse loco" o miedo a morir.
Se estima que entre el 2 y el 5% de las personas experimentan un ataque de pánico en algún momento de sus vidas.
Existen ciertas características que diferencian al trastorno de pánico de una crisis de pánico puntual así como de otros problemas de ansiedad.
- Aparición repentina e inesperada: Los episodios de pánico aparecen sin un desencadenante claro y alcanzan su máxima intensidad en cuestión de minutos. "Estaba en la fila del supermercado, todo normal, y de repente empecé a sentirme sofocado, como si el aire no fuera suficiente. En cuestión de segundos, mi corazón empezó a latir como loco, y el pánico me invadió. No había ninguna razón aparente, pero no podía controlarlo"
- Interpretación catastrófica de los síntomas: La persona interpreta las sensaciones físicas, como amenazantes y peligrosas, las asocia con la posibilidad de sufrir un infarto o "volverse loco" o incluso morirse. "Siento que algo malo va a pasar, como si mi corazón fuera a parar en cualquier momento. Durante un ataque, estoy convencido de que me va a dar un infarto. Cada vez es igual, aunque después me doy cuenta de que todo está bien, en el momento creo que no voy a sobrevivir"
- Preocupación constante por los ataques: El temor a sufrir un nuevo ataque de pánico puede llevar a la persona a evitar situaciones o actividades que asocia con el riesgo de experimentar un nuevo episodio. "Me da miedo salir de casa. Antes iba al cine y al parque sin pensarlo, pero ahora evito cualquier lugar donde crea que podría tener un ataque de pánico. Me aterra la idea de que vuelva a pasar y no haya nadie que me ayude."
¿Cuándo se convierte en un problema?
Como cualquier otro problema psicológico, cuando los síntomas generen malestar o la persona tenga dificultades para lidiar con el problema, viéndose su vida y bienestar afectados, esto debería ser razón suficiente para ponernos en manos de un profesional que nos ayude a afrontar el problema.
Comorbilidad con otros trastornos
No es infrecuente que las crisis de pánico vengan acompañadas de otros problemas de ansiedad como la agorafobia (miedo estar en lugares donde no se pueda recibir ayuda), o ansiedad social (malestar y ansiedad en situaciones sociales por miedo a ser evaluado de forma negativa).
Recomendaciones
- Si nos encontramos experimentando un ataque o crisis de pánico, debemos recordar que se trata de la manifestación de una experiencia emocional desagradable, que los síntomas que estamos experimentando en el momento no son indicativo de ningún problema o patología y no conllevan un riesgo de volverse loco o de morir. Esto por supuesto no evitará que pases el mal trago pero hará que poco a poco te vayas abriendo a la experiencia desagradable, lo cual es muy importante en el proceso terapéutico.
- Se consciente de que evitar situaciones que asocias a la aparición de las crisis agrava y mantiene el problema, puede que experimentes un alivio a corto plazo al evitar este tipo de situaciones pero a la larga, el hecho de no exponerte te impide "desconfirmar" las creencias catastróficas sobre las sensaciones asociadas al ataque de pánico.
- Las creencias negativas o catastróficas sobre el origen y consecuencias de las sensaciones que experimentamos durante una crisis de pánico aumentan la intensidad de la experiencia y la interferencia en distintas áreas de la vida de la personal (relacional, laboral, etc.).
- Si el problema está interfiriendo en tu vida o tienes dificultades para lidiar con la sintomatología, lo mejor es que consultes con un profesional de la psicología que te ayude a afrontar el problema de forma adecuada aumentando de esta manera las posibilidad de mejoría. En terapia se suele trabajar tanto a nivel experiencial, afrontando situaciones o sensaciones similares que se experimentan durante las crisis y a nivel cognitivo con todas las interpretaciones e ideas que tiene la persona sobre el origen y las consecuencias de las crisis y las consecuencias de los síntomas que experimenta.
Comentarios
Publicar un comentario