¿Alguna vez has dejado el estudio de un importante examen para el último día?¿Eres de los que se inscribe al gimnasio pero luego siempre encuentra una excusa para no ir? ¿Has aplazado alguna vez una conversación importante que podría mejorar tu relación con alguien por miedo a lo que pudiera ocurrir?
¿Qué es la procrastinación?
La lista de acciones que el ser humano puede llegar aplazar por diferentes razones es interminable como ya te puedes imaginar y varia según la persona. Hace algún tiempo que se maneja el término procrastinación para hacer referencia a la tendencia de retrasar la consecución o finalización de una tarea o labor, evitando responsabilidades, decisiones y tareas que requieren ser desarrolladas.
Por tanto, cuando hablamos de procrastinación, estamos hablando de evitar algo más o menos importante en nuestras vidas. En función de nuestros hábitos, nuestra fuerza de voluntad, nuestra personalidad y la acción de que se trate, entre otros factores, seremos más o menos propensos a la misma.
La procrastinación tiene mucho que ver con la incertidumbre acerca del resultado de una determinada acción y el miedo al fracaso. Si tienes que preparar una presentación para realizar una exposición ante un público, simplemente el empezar a preparar las diapositivas y realizar un índice de contenidos para estructurar lo que quieres transmitir te enfrentará con el hecho de que no sabes si saldrá bien o mal, si el público quedará satisfecho, si alguien te hará una pregunta que no sabrás responder, etc.
Por tanto, lo que realmente, en muchas ocasiones, causa ese postergar indefenido de responsabilidades es una suerte de ansiedad anticipatoria, la cual tendemos a evitar por el discomfort que nos provoca dejando de hacer por tanto lo que queríamos hacer. Sin embargo, nuestro cerebro no lo olvida y nos recuerda constantemente que deberíamos estar realizando la acción en cuestión.
Mindfulness y procrastinación.
Es posible que os preguntéis qué tiene que ver el mindfulness con la procrastinación. Pues, bajo mi punto de vista, más de lo que a priori parece. El mindfulness tiene que ver, como ya hemos comentado en otras entradas de este blog (¿Qué es Mindfulness? (Y qué no lo es)) con abrazar la experiencia presente, ya sea esta placentera o displacentera, sin juzgarla, evitando cualquier resistencia.
A través de la práctica de la atención plena podemos observar de manera imparcial la ansiedad anticipatoria que en muchas ocasiones nos provoca la realización de nuestros deberes u obligaciones. Podemos adoptar una actitud de no resistencia hacia la misma, lo que puede proporcionarnos un mayor espacio psicológico y con ello disminuir las probabilidades de evitar ocuparnos de lo importante.
Por otro lado, el hecho de llevar nuestra atención al presente, a lo que estamos haciendo en el momento, puede liberarnos del impacto de las simulaciones que a menudo crea nuestro cerebro sobre los distintos finales alternativos (la mayoría bastante pesismistas) de la tarea que queremos preparar o realizar. Simplemente aceptando esas recreaciones, esos pensamientos negativos, pasando a considerándolos una reacción automática y normal de nuestro sistema nervioso reducimos la influencia que tienen en nosotros, lo que reduce la ansiedad y nos permite ser más eficientes en la tarea.
Consejos para no procrastinar basados en la atención plena/mindfulness.
Para terminar os dejo con algunos tips prácticos que podéis aplicar cada vez que os enfrentéis a la muy temida (sobre todo por estudiantes) procrastinación.
- Cuando tengáis que hacer algo importante, simplemente, antes de dejarlo para otro día o poneros a hacer cualquier otra cosa que no sea lo que debéis o realmente tenéis que hacer. Tomaros un minuto (o varios), sentaros tranquilamente sin distracciones delante, y observar cómo os sentís, sin ánimo de nada, únicamente observar cómo está vuestro cuerpo y vuestra mente. Es posible que os vengan pensamientos a la cabeza acerca de la tarea, o que vuestro cuerpo este tenso por la ansiedad o que sintáis la típica disonancia cognitiva del que sabe que debería estar haciendo algo que no está haciendo. Intentar convivir con ello, sin luchar, abrazar vuestra experiencia consciente, normalizándola.
- Si ya habéis conseguido poneros a realizar la tarea, pero os sentís demasiado ansiosos o estresados, podéis hacer de la propia tarea un acto de meditación. Simplemente tratar de anclaros a la tarea (como nos anclamos a la respiración en el ejercicio de atención a la respiración), tratar de vivir la experiencia directa de estar estudiando o lo que sea que estéis haciendo. Si aparecen pensamientos, emociones o sensaciones que os distraen u os molestan, cuando seáis conscientes de los mismos, volver vuestra atención de forma amable a la tarea, sin juzgaros demasiado. La idea es centrar la atención en el proceso y no en el resultado, pues esto último está muy relacionado con la ansiedad anticipatoria de la que vengo hablando y puede provocar que abandonéis vuestros quehaceres antes de tiempo.
Dicho esto, tampoco hay que obcecarse con el tema, pues eso solo lo agravaría. Procrastinar de vez en cuando es sano y necesario. El problema viene cuando se convierte en un hábito que interfiere en la consecución de nuestros objetivos. Llegados a ese punto, quizás habría que preguntarse si lo que uno cree que debe hacer, es coherente de alguna forma con lo que quiere en la vida. Este tema lo trataremos más adelante.
Mario.
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