Todas
las etapas del ciclo vital están llenas de continuos desafíos
psicológicos, prácticos y existenciales (Nilsson, Bülow y Kazemi,
2015). Si bien es cierto que en edades avanzadas, el declive físico
y psicológico asociado al envejecimiento puede lastrar la
consecución del éxito en dichos desafíos, es posible que, como
propone
Tornstam en su
teoría de la Gerotrascendencia,
se produzca en las
personas mayores, un cambio de perspectiva y actitud hacia distintos
aspectos de la vida, que ayuden a compensar o a relativizar dichos
declives. En este sentido el Mindfulness
o Atención plena,
técnica heredera de prácticas de meditación budistas milenarias,
podría tener mucho que ver, ya que en esencia consiste en centrar la
atención en el presente, sin juzgarlo, ocurriendo, con la práctica
continuada, un cambio de actitud y una mejor forma de sobrellevar
distintos problemas o conflictos de la vida.
Gerotrascendencia
La
teoría de la Gerotrascendencia (Tornstam, 1996), propone un último
estadío de desarrollo vital, (Brown y Lowis, 2003) en añadidura a las ocho etapas
propuestas inicialmente por Erikson en su Teoría del Desarrollo
Psicosocial. En palabras del propio Tornstam (2011): “La
Gerotrascendencia implica un cambio en la metaperspectiva, el paso
de una visión materialista y racional del mundo a una más cósmica
y trascendente” (p.166). Tornstam propone a su vez, tres
dimensiones que abarcan
los aspectos esenciales del desarrollo de las personas en esta etapa.
Con respecto a la primera
dimensión (The
Cosmic Dimension),
en esta etapa se produce un cambio en la percepción del tiempo,
estrechándose las distancias entre el ahora y el pasado. Esto
posibilita que la persona tenga un mejor acceso a aspectos o
situaciones de periodos anteriores de su vida, llevando incluso a una
reinterpretación o reconciliación con los mismos. Por otra parte,
también se da una mayor sensación de conexión con generaciones
más jóvenes, la persona pasa a
considerarse un eslabón más de una cadena generacional,
esto, según Tornstam, puede
provocar cambios en la forma de entender la vida y la
muerte, el individuo adopta una
actitud más serena ante su muerte, con menor temor cuanto mayor es
su proximidad, paradójicamente. Otro de los aspectos relevantes es
que se produce una aceptación de los límites del
intelecto humano, alejándose
de ese pensamiento lógico-racional como forma de entender el mundo y
aceptando la dimensión misteriosa de la existencia. Por último
existe un aumento del placer por las pequeñas cosas de la
vida, disfrutando de prácticas
contemplativas tan sencillas como mirar una flor o escuchar música
(Tornstam, 2011).
La
segunda
dimensión (The
Self),
viene a decir que la persona, no solo reinterpreta aspectos de su
vida pasada sino que descubre
cosas que desconocía de el/ella mismo/a.
Además abandona
la visión egocéntrica de la realidad
, para dar cada vez más importancia a las necesidades de los otros.
Así mismo, la preocupación
obsesiva por el cuerpo desaparece,
aumentando la satisfacción con respecto a este en comparación con
otras etapas de la vida. En general el individuo en esta etapa acepta
lo vivido integrando tanto lo bueno como lo malo en una visión con
significado y coherente de su propia vida (Tornstam, 2011).
Por
último en la tercera
dimensión (Social
and Personal Relationships),
se incluyen aspectos como cambios
en el significado y la importancia de las relaciones
que conllevan una mayor selectividad de la persona de sus
interacciones con los otros, prefiriendo conversaciones
significativas y profundas a otras más superfluas, y una creciente
necesidad de pasar tiempo en soledad, simplemente dedicándose a la
contemplación positiva de la experiencia, hecho que muchas veces es
confundido con depresión. Un aspecto importante en esta tercera
dimensión es que la persona abandona
muchos de los roles que ha adoptado a lo largo de la vida,
siendo consciente de la diferencia de los mismos con su propio y
verdadero ser. En este sentido también, la persona rompe
con el cumplimiento de determinados convencionalismos sociales o
normas
que anteriormente le limitaron y en general trasciende la necesidad
de realizar la diferenciación entre bueno y malo , correcto e
incorrecto, aceptando la complejidad de la vida y sus múltiples
matices, aumentando así su tolerancia y apertura mental (Tornstam,
2011).
Aunque parece ser que el nivel de Gerotrascendencia aumenta con con la edad , no todo el mundo tiene éxito en esta tarea sin ningún tipo de problema. Muchas personas ven obstaculizado su desarrollo en este sentido y puede deberse a varias razones. Una de ellas podría ser el mantenimiento, por parte del individuo, de la creencia o expectativa de que el desarrollo en edades avanzadas no existe, que continuamos sin cambios a nivel de valores e intereses desde la mediana edad. De acuerdo con esto, Tornstam propone que muchas personas mayores podrían sufrir consecuencias negativas de esta obstrucción como ansiedad o depresión (Tornstam, 2011).
El objetivo de este ensayo, por tanto, es resaltar los vínculos entre las diferentes dimensiones de la Teoría de la Gerotrascendencia con distintos aspectos de la práctica del Mindfulness. De forma más específica se verá cómo la aplicación de la atención plena ayuda a potenciar el desarrollo positivo así como a compensar y afrontar de forma más adaptativa el declive físico y cognitivo que se produce con el envejecimiento .
Mindfulness y desarollo positivo.
En
lo referente a cómo el Mindfulness puede contribuir a este último
patrón de desarrollo psicosocial positivo que marca la teoría de
Tornstam, tenemos que, por una parte la práctica de la atención
plena según varios investigadores, puede propiciar ese enfoque hacia
la autoexploración y el autodescubrimiento característico de la
Gerotrascendencia, así como hacía la búsqueda de un significado
existencial (Nilsson et al., 2015). Esto es de vital importancia ya
que la tarea de esta última etapa tiene mucho que ver con esa
búsqueda de coherencia y significado de la experiencia vital del
individuo, que lleve a la persona a lo que Erikson denominó Integridad del
Ego (Ego Integrity) y
que se refiere justamente a ese sentimiento de aceptación y
serenidad de la vida que se ha vivido (Mowat, 2005). La práctica de
la atención plena puede ayudar a la persona mayor a
redescubrir
el por qué de su existencia, fundamental para hacer frente al
declive físico y cognitivo asociado al envejecimiento (Nilson,
2015).
Otro punto importante, es que
al igual que la teoría de la Gerotrascendencia, el Mindfulness exige
un cambio de orientación del exterior hacia el interior, muy en
consonancia con ese variación en la visión del individuo que
propone Tornstam desde una perspectiva principalmente materialista,
racional y normativa hacia una visión donde se prima, como ya hemos
mencionado, la autoexploración y el desapego por lo material y/o
superfluo (Nilsson et al., 2015). Este cambio es facilitado a través
la práctica de la atención plena.
Además
de dicho cambio hacia el interior, el Mindfulness propone una
perspectiva
de observador imparcial, no solo hacia el mundo externo, sino hacia
nuestro propio interior, es decir, nuestros pensamientos y emociones.
De esta manera se desarrolla una actitud de no juicio y por último
de aceptación hacia uno mismo capacitando a la persona mayor a
generar cualidades como la compasión y la empatía tanto hacia los
demás como hacia si mismo ( Nedeljkovic, Wirtz, &
Ausfeld-Hafter, 2012) . Todo ello tiene mucho que ver con la
trascendencia de la visión egocéntrica característica de la
Gerotrascendencia.
Para terminar con este punto,
es muy frecuente que, como seres humanos, sobretodo en nuestra
juventud y adultez, dediquemos nuestro tiempo básicamente a
“producir” o a “hacer”, lo cual nos mantiene ocupados y
muchas veces sirve para distraernos y distanciarnos de nuestra
propia experiencia y de nuestro propio ser (Hick, 2009). Como ya se
ha mencionado, la vejez proporciona una gran oportunidad para el
crecimiento y la búsqueda existencial. A este respecto, el abandono
de roles y convencionalismos sociales que propone Tornstam en esta
última etapa, permite a las personas mayores estrechar la relación
con ellas mismas, lo que conlleva a una necesidad de pasar más
tiempo solos, sin que ello conlleve necesariamente “hacer”, para
dedicarse más a “ser”, en palabras de Tornstam (2011):
“disfrutar del macrocosmos a través del microcosmos”.
Esto es mediante la realización de prácticas contemplativas y
meditativas, lo que resuena bastante con los principios fundamentales
de la práctica del Mindfulness.
Como hemos visto, existe cierta relación entre los diferentes cambios en el desarrollo
psicosocial propuestos por la Gerotrascendencia y algunos de los
aspectos más relevantes de la atención plena. Además de que, a
través de la práctica de la misma se podría proporcionar un
espacio de mejora coherente que favorezca la consecución de dichos
cambios positivos en las personas mayores.
Mindfulness y envejecimiento óptimo.
El bienestar en las personas
mayores tiene un carácter multidimensional. Con el envejecimiento no
solo se produce un declive físico, sino que este muchas veces viene
acompañado de problemas a nivel psicológico (Depresión o Ansiedad)
o social (Aislamiento o soledad) sino se interviene adecuadamente
(Lomas et al. 2015). Es de especial relevancia y más aún en la
actualidad, donde nos encontramos en un proceso de envejecimiento
poblacional importante, promover la salud y el bienestar en las
personas con intervenciones que incidan en los diferentes aspectos
del mismo. (Nilsson et al., 2015).
En
este sentido, una propuesta interesante podría ser la práctica del
Mindfulness. Algunos estudios sugieren el carácter multidimensional
de la atención plena en personas mayores (Nilsson et al., 2015).
Con respecto a la dimensión física, el
Mindfulness puede contribuir a que la persona sea más consciente de
su propio cuerpo y de cualquier alteración o problema que pueda
surgir. Si además, dicha práctica se realiza en el contexto de otra
actividad como el Yoga, por ejemplo, puede además, beneficiarse de
la realización de ejercicio físico y/o proporcionar una excusa para
practicarlo. Otro de los
beneficios físicos encontrados son una mejor adaptación y gestión
del dolor (Morone
et al. 2008). En la
dimensión
psicológica
el Mindfulness puede ayudar a un mejor afrontamiento y regulación
del estrés, la ansiedad o la depresión en edades avanzadas, también
puede ayudar a prevenir el riesgo de deterioro cognitivo y el riesgo
de desarrollar Alzheimer (Gard
et al. 2014). En la
dimensión social,
si se practica en grupo, puede motivar y proporcionar una oportunidad
para interactuar con otras personas y de reducir el sentimiento de
soledad (Creswell
et al. 2012)
. Además como ya hemos visto a través de la práctica del
Mindfulness se trabaja la empatía y la compasión tanto hacia uno
mismo como hacia los otros. Por último, con respecto a la dimensión
existencial,
como también hemos comentado anteriormente, proporciona un contexto
para el trabajo de autoexploración y búsqueda de significado,
crucial para esta última etapa del desarrollo
(Nilsson et al., 2015).
Por
último, el Mindfulness puede ayudar a las personas mayores a
afrontar más adaptativamente distintas patologías o problemas
como, dolor crónico, enfermedades cardiovasculares,...(Nilsson
et al., 2015).
En palabras de Nilsson
et al. (2015) : “El mindfulness puede funcionar como una “llave
maestra”
(“Master key”)
afectando
a múltiples aspectos del bienestar de las personas mayores. Esto
puede ser consecuencia de la mejora de las funciones ejecutivas que
proporciona su práctica continuada (Lomas
et al. 2014).
Conclusiones.
Por tanto, parece que existe
evidencia acerca de los beneficios del Mindfulness y que debido a su
carácter multidimensional como hemos visto, no solo ayuda a afrontar
el declive físico asociado a la edad de manera más adaptativa, sino
que además proporciona un espacio o contexto que posibilita o
favorece un desarrollo positivo en el plano psicológico, social y
existencial.
Sin embargo la mayor parte de
las intervenciones en este sentido están basadas en metodologías no
específicas para este grupo poblacional, además un gran número de
ellas están enfocadas a población de carácter clínico o con el
objetivo de subsanar déficits. En este sentido es necesario mayor
número de intervenciones para población sin patología, de manera
que se pueda promover un desarrollo psicosocial positivo y con ello
como se ha dicho un mayor bienestar y calidad de vida (Nilsson
et al., 2015)
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